sábado, 16 de abril de 2011

Perseo y Andromeda

Perseo y Andromeda

Desde Mauritania alcanzó Perseo Etiopía, donde reinaba el rey Cefeo. A medida que descendía, se hizo cada vez más visible una hermosísima doncella que se hallaba encadenada a un peñasco lamido por las olas y a punto de ser devorada por un horrible monstruo marino. Si la brisa no hubiera agitado su rubia cabellera y las lágrimas no hubieran afluido copiosamente de sus bellísimos ojos, se diría que era una marmórea sirena esculpida junto a la playa.
"Soy hija de Cefeo soberano de estas tierras etíopes y mi nombre es Andrómeda. Me encuentro en esta deplorable situación porque mi madre Casiopea había manifestado con orgullo ante las Nereidas, ninfas del mar, que era más hermosa que ellas. Poseidón quiso vengar tal ofensa e inundó el país, y envió a sus costas a un monstruo marino que devoró a cuantos hombres y rebaños pudo alcanzar. El Oráculo de Ammón reveló que solamente desaparecería el peligro si me entregaban a mí, la hija de Casiopea, a la voracidad del monstruo. Después de vacilar mucho, mi padre, a instancias del pueblo, me abandonó encadenada a esta roca.»
Apenas había explicado su situación cuando se agitó el mar y de su seno apareció un horrible ser marino con ánimo de devorar a la joven. Andrómeda lanzó un lastimero gemido y sus padres, que se hallaban en la playa, corrieron hacia su hija intentando lo imposible. Perseo los detuvo y tranquilizó: salvará a Andrómeda, pero a cambio de convertirla en su esposa. Los padres aceptan entusiasmados la idea, pues ya se han dado cuenta que el pretendiente de su hija capaz de atreverse a rescatarla no puede ser un hombre cualquiera.
Raudo como una centella, Perseo se lanzó sobre el monstruo. Éste observó sobre la superficie del mar la sombra del héroe y, creyendo que era su enemigo, se lanzó con furia a atacarla, momento que aprovechó éste para clavar su espada una y otra vez en el dorso del animal, hasta que tras una titánica lucha el monstruo quedó exánime, mientras Perseo en su lomo celebraba la victoria. Acto seguido desató a Andrómeda y, tras los abrazos de rigor, los cuatro se encaminaron hacia palacio, en donde se ordenaron los preparativos para la boda.
Durante la sobremesa del banquete nupcial se oyó en las estancias contiguas al comedor un rumor que fue creciendo hasta que apareció Pilleo, hermano de Cefeo, con Inu1tirud de hombres armados con el fin de apoderarse del trono y hacer valer sus pretensiones de antiguo prometido de Andrómeda. Perseo tomó las armas y la lucha se generalizó, pero los asaltantes eran muchos y ya acariciaban el triunfo, cuando nuestrO héroe se acordó de la cabeza de Medusa y, cogiéndola en sus manos y desviando la vista de ella, la arrojó como un proyectil a los pies de sus adversarios, los cuales inmediatamente se transformaron en piedra, excepto Fineo, que al contemplar el prodigio imploró el perdón. Perseo no atendió las súplicas y, encarándole a la Gorgona, lo convirtió también en una pétrea figura que representaba un esclavo humillado.
Poco después, Perseo tomaba el camino de regreso a Sérifos, a pesar de las protestas de Cefeo, que deseaba que el héroe le sucediera algún día en el trono, protestas acrecentadas puesto que se llevaba consigo a Sérifos a su hija, a la que tanto esfuerzo había costado rescatar. Dánae, cansada de las infamias de Polidectes, se había refugiado junto a Dictis en el templo de Atenea... Perseo se presentó ante el soberano con la cabeza de la Gorgona y éste quedó igualmente petrificado. Dánae y Dictis salieron del templo y vivieron en paz, mientras que en algunos relatos se cuenta que Dictis terminó casándose con Dánae y llegó a ser rey de Sérifos.
Perseo devolvió a cada dios los dones que le habían prestado y Atenea recibió la cabeza de Medusa, que fue colocada como glorioso trofeo en el escudo de la diosa como reconocimiento a sus eficaces servicios. Hecho esto, se embarcó rumbo a su ciudad natal de Argos, en el Peloponeso.
Cuando Acrisio supo que su nieto regresaba, temió por su vida, tal corno lo había profetizado el Oráculo, y huyó disfrazado a Tesalia. Poco después se celebraban unos juegos atléticos en aquella región. Perseo acudió a demostrar su destreza, tras haber sido declarado presunto sucesor en e! trono de Argos al no volverse a saber nada de Acrisio y haber tenido que luchar contra Preto, hermano de éste, que había logrado coronarse rey. Perseo quiso intervenir en el lanzamiento del disco, manifestación de la que era muy experto. Pero cuando le tocó el turno, la trayectoria de! artilugio se le desvió, yendo a dar e! disco en la cabeza de un anciano forastero que presenciaba el espectáculo y que murió en el acto. Perseo descubrió con horror que la víctima que había provocado accidentalmente era su propio abuelo, Acrisio, refugiado en Tesalia para intentar huir del hado adverso.
El héroe, lleno de aflicción, renunció al trono de Argos como expiación por su crimen, aunque hubiera sido involuntario, y cedió la corona a Megapentes, hijo de su rival Preto. Como Megapentes era soberano de Tirinto, el héroe no tuvo otra opción que hacerse cargo de aquel reino y a partir de entonces vivió feliz en su nueva patria junto a Andrómeda, que le dio numerosos y valerosos hijos. De su tronco descendería e! héroe más famoso de toda la Mitología clásica: Hércules.
La similitud del nombre de Perseo con la del pueblo persa hizo pensar a algunos tratadistas que aquél había tenido de Andrómeda un hijo de igual nombre, criado por Cefeo y fundador del pueblo persa. Aluden como prueba el traje oriental que muestra Perseo en la pintura de algunos vasos conservados.
A Perseo se le atribuye la fortificación e incluso la fundación de Micenas. A su muerte se le tributaron honores divinos. Fue colocado en el cielo entre las constelaciones del hemisferio boreal junto a su amada Andrómeda, cuya nebulosa es el cuerpo celeste más alejado de la Tierra que podemos contemplar sin ayuda del telescopio. La constelación de Perseo adopta la forma de campana. Dentro de su espacio se hallan numerosas estrellas fugaces (en realidad meteoritos) que conocemos con el significativo nombre de Perseidas. Por su relación con Perseo, Casiopea y Cefeo dieron nombre a su vez a otras constelaciones.
La estatua más famosa de Perseo se conserva en la Sala de los Lanzi de Florencia y es obra del polifacético artista renacentista florentino Benuenuto Cellini (1500-1571). Muestra el momento en que el héroe enseña triunfalmente la cabeza de la Medusa, tras haberla cortado con una especie de cimitarra. Sin ropaje alguno, Perseo está tocado con el casco de Hades que le proporcionaba la fabulosa invisibilidad

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